En Robata vivimos un encuentro único.
Fuimos anfitriones de un workshop de Kintsugi, el arte japonés de reparar la cerámica rota con oro, una práctica que enseña a abrazar las cicatrices como símbolos de fortaleza y belleza. La experiencia reunió a amantes de la cultura nipona y a creadores apasionados por el arte, quienes descubrieron cómo en cada grieta puede nacer una nueva historia que merece ser celebrada.
El Kintsugi es una técnica tradicional que consiste en reparar piezas de cerámica con una resina mezclada con polvo de oro. Lo particular de esta práctica es que no oculta las grietas, sino que las resalta, transformándolas en una decoración dorada que simboliza la aceptación de la imperfección y la belleza que surge de la reparación.
Originada en Japón en el siglo XV, esta técnica nació cuando el shogun Ashikaga Yoshimasa decidió restaurar sus tazones de té rotos con un cuidado exquisito que transformaba sus fracturas en un ornamento lleno de significado. Así, el Kintsugi es mucho más que reparar físicamente: es aceptar que las cicatrices son marcas dignas que narran nuestra propia resiliencia y autenticidad.
En Robata, la esencia del Kintsugi inspira profundamente nuestra cocina japonesa nikkei, donde la tradición y la innovación se combinan para ofrecer sabores singulares que narran auténticas historias. Nuestra propuesta gastronómica celebra la atención al detalle y abraza la imperfección como una expresión genuina de belleza, igual que las piezas reparadas mediante la técnica del Kintsugi.
Cada uramaki, cada nigiri y cada plato cocinado a la brasa robata es una verdadera obra de arte: surge de la unión de culturas, técnicas ancestrales y sabores que se complementan, donde la combinación de elementos diversos da lugar a creaciones nuevas, valiosas y con personalidad propia. Así como en el Kintsugi las cicatrices doradas embellecen la pieza, en nuestra cocina celebramos cada matiz y contraste que aporta carácter y singularidad a nuestras preparaciones.
El taller de Kintsugi fue liderado por Fabiola Lairet, chef y cofundadora de Robata, así como propietaria de la marca de vajillas japonesas DORO. Fabiola Lairet, guió a las participantes a través del proceso artesanal con su profundo conocimiento tanto de la cultura japonesa como de la cocina nikkei. Su visión y pasión por fusionar tradición y creatividad hicieron de esta experiencia algo inolvidable y enriquecedor.
Durante el evento, las asistentes tuvieron la oportunidad de experimentar de primera mano el delicado proceso artístico del Kintsugi. Restauraron fragmentos de cerámica y vivieron una experiencia artística y filosófica que resaltó la importancia de aceptar las imperfecciones como parte de nuestra historia enriquecedora.
Cerramos la velada disfrutando de un menú especial con algunos de los nuevos platos de nuestra carta.
Te invitamos a descubrir nuestra propuesta gastronómica y los próximos eventos culturales visitando nuestra carta de Robata y siguiendo nuestras novedades en Instagram.